Richard Hieck, auxiliar de investigación en el observatorio astronómico y aspirante a doctor en Matemáticas, lleva grabadas a sangre y fuego estas palabras que su padre ser misterioso y siempre ausente le dijo cuando era peque ño, palabras que cifran un enigma al que este científico, enamorado de la claridad y la solidez de las matemáticas, es incapaz de sustraerse. Richard mantiene una relación especial con dos de sus hermanos: Otto, vitalista, bohemio y pintor frustrado, y Susanne, que lleva años preparándose para ingresar en un convento. Los tres parecen encarnar, en última instancia, tres maneras de acercarse al misterio del mundo, tres búsquedas de la verdad: el arte, la religión y el conocimiento puro. Sin embargo, el respeto y la fascinación que Hieck siente por las matemáticas tampoco parecen saciar una sed más profunda, más secreta, una sed que el amor y la muerte (ambos golpeando siempre de la manera más imprevista e intempestiva) acrecentarán.
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